martes, 22 de marzo de 2016

Epifanía

Y ahora, años después, entiendo porque no me quería ver. Y es porque le daba miedo, ver los pelos que me crecieron, las garras y dientes. Porque mientras ella dormía entre plumas de cuello de ganso, yo nadaba en el barro, y comía gusanos. Los gusanos estaban llenos de poder. Porque ella se quedó allá, en santo cobijo, y yo me transformé en un monstruo que la hubiera llenado de preguntas. Y a la distancia se deja ver, esa grieta gigantezca que nos separó. La grieta irreconciliable de la lucha de clases. Y entiendo el condescendiente abrazo de Brujas, y entiendo ese absurdo cambio de look. Y su vagina temblando de miedo.

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